A principios del mes pasado durante la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES), realizada en Tailandia, se hizo historia al incluir algunas especies de condrictios verdaderamente amenazadas, en especial por el comercio de sus aletas secas, del cual deriva una de las actividades más devastadoras de hoy en día, el finning o aleteo.
Las siguientes especies fueron incluidas en el apéndice II de CITES:
-Marrajo sardinero (Lamna nasus)
-Tiburón oceánico de puntas blancas (Carcharhinus longimanus)
-Tres especies de tiburón martillo (Sphyrna lewini, Sphyrna zygaena y Sphyrna mokarran)
-Manta raya (Manta birrostris)
Antes de nada, dejar claro que CITES no protege especies, únicamente regula su comercio y lo hace incluyendo las especies amenazadas en tres apéndices en función del grado de amenaza establecido por al Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).
Ahora bien ¿Qué implica realmente que estas especies se hayan incluido en el apéndice II de CITES? El apéndice incluye las especies que no están en peligro de extinción pero sí es necesaria la regulación de su comercio para evitar que su explotación sea insostenible. Además hay que destacar que el apéndice hace alusión no solo a la especie en sí sino a cualquiera de sus partes o derivados, factor de extrema importancia cuando a tiburones se refiere, ya se mencionó al principio la importancia del comercio de las aletas secas de tiburón.
Sin duda se trata de una buena noticia ¿no?. Por fin queda regulado el comercio internacional de estas especies. A partir de ahora para poder comerciar con las aletas, la carne, el aceite de hígado o cualquier otro producto que provenga de cualquiera de estas especies será necesario cumplir una serie de requisitos y poseer la documentación que demuestre que el producto se ha obtenido conforme a la normativa vigente. Ahora ¡ojo!, porque obtener el producto conforme a la normativa vigente no siempre implica que el producto se obtenga de manera sostenible ni que decir adecuada.
Por otro lado, que estas especies no estén consideradas en peligro de extinción sobre el papel no significa que realmente no lo estén. En la mayoría de los casos no tienen esa “estampita” roja de la UICN porque no existen estudios exhaustivos que demuestren que están en peligro de extinción. Sin embargo, en la práctica el declive de la población de estas especies resulta tan evidente que más de 91 naciones (en el caso de los tiburones martillo) no han podido ignorar el hecho de que si su explotación continúa sin control alguno, la supervivencia de estas especies resultará imposible.
Entonces, en mi opinión claro que se trata de una buena noticia y gracias en gran parte al esfuerzo de un montón de organizaciones ajenas a la convención que se encargaron de dejar clara la importancia de incluir estas especies en CITES. Pero no hay que olvidar la magnitud de la situación: esto es una pequeñísima gran noticia, es un grano de arena más en pro de la conservación de estos animales, pero todavía queda demasiado trabajo por hacer. La cruda realidad es que estas especies han sido consideradas en CITES por necesidad. Simple y llanamente. Ha sido un intento cuasideseperado de no llegar a ese punto de no retorno que precede inexorablemente a la extinción…