© Carlos Minguell

A la caza del bicho raro

No es que sea un tema novedoso: hace ya muchos años que es una de las discusiones recurrentes entre los fotosubs que participan en competiciones de fotografía submarina y suele ser una de las conversaciones estrella tras proyectarse las imágenes premiadas en cualquier competición ¿Se están convirtiendo las competiciones de fotosub en competiciones de caza de especies?

Como digo, esta pregunta flota en el ambiente desde hace tiempo, pero me parece que el tema se ha ido radicalizando en los últimos años. Hace 10 ó 15 años era más un asunto de querencia del Jurado y había determinados jurados (Con bastante frecuencia los menos formados como fotógrafos) que basaban sus puntuaciones más en la rareza o supuesta dificultad de lo fotografiado, que en la calidad fotográfica de la imagen: si les llamaba la atención un mero, poco importaba que el retrato del animal fuera una vulgaridad ¡Es que era un mero! No era algo generalizado… era más algo puntual, aunque aparecía con mayor o menor recurrencia en las discusiones post-campeonato. Aun obviando a los jurados amantes del bicho raro, es indiscutible que poder presentar a concurso imágenes de animales poco frecuentes o difíciles de fotografiar es una ventaja para el fotógrafo: los miembros de un jurado tienen que ver cientos de fotografías, así que es inevitable que estén predispuestos favorablemente hacía aquellas que muestran algo diferente al resto, bien sea por el empleo de una técnica fotográfica o un punto de vista inusual, o como en el caso que nos ocupa, por un animal que se ve con poca frecuencia. Es por ello que todos los fotógrafos, en mayor o menor medida, buscásemos bichos raros con probabilidades de llevarse más puntos, al menos en las categorías en los que eran protagonistas.

Y este hecho desemboca en otro que aun ha generado, y generará, muchas más discusiones: el bicho más raro (A menos que tengas la potra de un mágico y altamente improbable encuentro en el azul) es el bicho que está más escondido. Y para fotografiar un bicho oculto, primero hay que descubrirlo y segundo… hay que descubrirlo. Vamos, que hay que encontrarlo y destaparlo, respectivamente. Porque, no nos engañemos, en la mayor parte de los casos, estos animales están ocultos en oquedades, bajo piedras e incluso en el interior de otros animales, así que para fotografiarlos, además de encontrarlos, muchas veces habrá que colocarlos en disposición de ser fotografiados. Es el recurrente tema de la manipulación, un tema con mucha miga y del cual hablaremos otro día, aunque quería mencionarlo porque está estrechamente relacionado con lo que les cuento hoy.

Así que, desde siempre, el fotógrafo en competición intenta retratar animales raros. Entonces ¿Qué es lo que ha cambiado en la actualidad? Pues que la evolución en las técnicas fotográficas (Más bien en la tecnología fotográfica) ha actualizado este tema, concediéndole una mayor importancia. Gracias a los sensores de tamaño reducido y a lentes de aproximación más potentes, hoy día se consiguen con más facilidad imágenes con un mayor ratio de ampliación. Esto hace que sujetos que antes estaban fuera del alcance del fotosub por su pequeño tamaño, ahora sí sean fotografiables. Esto ha ampliado el rango de “presas válidas” en los concursos, presas que caen en su mayor parte dentro del apartado de “bichos ocultos” que mencionaba anteriormente. De ahí que ahora la discusión sobre el posible abuso de este tipo de fotos haya aumentado.

Analizando los resultados de las competiciones en los últimos años, creo que es innegable que fotografiar pequeños animales raros se ha convertido prácticamente en una obligación si se quiere obtener una buena clasificación. Esto es un hecho, un dato objetivo de cómo son hoy las competiciones, pero ¿Debería esto ser así? ¿No convierte un concurso fotográfico en un concurso de buscadores de bichos? La segunda pregunta me parece que es la más fácil de contestar: sí, lo convierte. No es que baste con encontrar bichos infrecuentes para ganar un concurso, no digo eso. Además hay que fotografiarlos con un mínimo de corrección técnica (Algo muchas veces complicado por los altos ratios de ampliación) y tendrás que hacer también buenas fotos en las categorías que no dependen de los mini-bichos (Si es una competición con varias categorías). Pero el peso en las puntuaciones que han alcanzado los macros de estas raras miniaturas es tan grande, que casi se vuelve utópico ganar un concurso sin presentar una buena ración de bichos raros. Luego, sí que las competiciones se han convertido en concursos de búsqueda de bichos, al menos en una parte muy importante. Y sobre la primera pregunta, mi opinión es que no deberían haberse convertido en esto. Significa anteponer directamente el sujeto que se fotografía, a la forma en la que se fotografía, y eso se aproxima demasiado a una actividad como la caza, en la que lo importante es la identidad de la pieza y lo demás es accesorio. No me gusta, porque acaba desvirtuando el principio fundamental de todo concurso fotográfico, que no es otro que conseguir grandes fotografías; imágenes que expresen sensaciones, evoquen situaciones y despierten admiración por ello. Una buena imagen de un bicho raro, consigue eso, igual que lo hace una buena imagen de un bicho común. Un retrato vulgar no lo consigue, por muy raro que sea el bicho retratado.

Lo cierto es que me da la sensación de que esta “evolución” de los concursos está siendo bastante bien aceptada por los implicados, tanto fotógrafos como jurados. No es que no se alcen voces en desacuerdo, o que no haya discusión sobre el tema, pero creo que la mayor parte de los participantes parecen haber aceptado con naturalidad que esto debe ser así… y que hay que ponerse a buscar bichitos como locos. Si antes teníamos a 4 habituales puteando bichos en las competiciones, ahora tenemos 40 (O 400, vaya usted a saber). Pero ya dije que de manipulaciones hablaríamos otro día.

 

Carlos Minguell

Posted by Carlos Minguell

Fotógrafo submarino profesional

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