En el plano técnico, Iluminación, exposición y composición son la Santísima Trinidad del fotógrafo. Pero no todo en fotosub es técnica, así que no perdamos de vista aspectos estéticos que también condicionan el resultado final de una imagen y sobre los que el fotógrafo tiene cierto grado de intervención. Este es el caso del color.
Descubriendo el color
Bajo el agua, “todos los gatos son azules” por efecto de la absorción luminosa selectiva. La experiencia que tenemos sobre animales conocidos nos sirve para intuir de qué color aproximado son realmente: sabemos que un rascacio es de tono rojizo, aunque no sepamos exactamente de que rojo se trata. Para sujetos menos conocidos, o de colores más cambiantes, es casi imposible saber de antemano que colores visten. Yo solía adoptar la costumbre, al menos para sujetos sésiles o poco propensos a asustarse, de iluminarlos con una linterna para descubrir su autentico color. Con los sistemas digitales, este gesto se volvió innecesario: basta con realizar una toma de la escena y podremos analizar en la pantalla LCD el colorido de los distintos sujetos. En muchos casos resulta sorprendente descubrir lo lejos que está el color del sujeto de lo que nos imaginábamos al verlo con luz ambiental: el poco atractivo tono marron-verdoso de una gorgonia puede convertirse gracias a la luz de nuestro flash en un bello color naranja, mucho más fotogénico. No debemos limitar nuestro análisis a los colores de un sujeto, si no que debemos estudiar también el entorno de este.
Puede que sea adecuado incluir dicho entorno en el encuadre si su color lo hace interesante: por ejemplo, tal vez queramos fotografiar un coral blando y encontremos que junto a él hay una roca cubierta de esponjas. Si el color de estas esponjas es atractivo, puede que un punto de vista que las incluya en el encuadre mejore la foto. Igualmente, podremos hacer lo contrario si se trata de un color poco interesante, excluyéndolo del encuadre para que no perjudique el resultado. Lo mismo puede suceder al componer una toma macro de un animal: si analizamos los colores del entorno de nuestro sujeto, puede que descubramos que determinada zona tiene un color adecuado para servir de fondo al motivo principal. Así, podremos elegir el punto de vista y encuadre adecuados en cada caso para incluir o excluir a los sujetos del fondo que queramos. Quizás no sea este un caso que se de con demasiada frecuencia (Salvo que seamos aficionados a cambiar animales de sitio, claro), pero en algunas situaciones sí podremos conseguir un punto de vista que proporcione una posición adecuada del sujeto principal y el fondo deseado al mismo tiempo. No deja de ser un ejercicio más de paciencia para el fotosub y habrá quien lo considere una pérdida de tiempo (Un bien escaso bajo el agua) pero también es la oportunidad de conseguir una imagen mejor. Imagínate que estás intentando fotografiar una planaria: algunas se desplazan con rapidez sobre el fondo y, si observamos su trayectoria, quizás descubriremos una zona interesante por su color sobre la que probablemente pasará. En este caso unos minutos de espera pueden ser la diferencia entre la foto de una planaria sobre un feo fondo detrítico y otra igual, pero con un bello fondo colorido.
Colores amigos
La fotografía submarina es un mundo de colores intensos que muchas veces se muestran en fuerte contraste. Ello se debe al generoso colorido del que hacen gala los animales marinos, pero también a que el mar, bajo la luz solar, proporciona fondos azules o verdes que contrastan con los colores cálidos desvelados por la luz del flash en los sujetos cercanos. No quiero decir con ello que no existan imágenes de tonos suaves, incluso delicados, pero sí podríamos decir que estas son minoría. De hecho, lo que primero atrae a los espectadores de la imagen submarina, además de la “rareza” de muchos de los animales que nos sirven como motivo, es la intensidad y variedad de los colores que se pueden encontrar en una sola escena. En esta riqueza tonal se basa buena parte de la fascinación que el mundo del arrecife coralino despierta en cualquier fotosub, aunque en nuestros mares cercanos y en las aguas más frías también existen sujetos que sorprenden por su colorido. Solo hay que descubrirlos y saber aprovecharlos. No tenemos la posibilidad de cambiar el color de un animal marino, salvo las limitadas posibilidades que nos brindan el Balance de Blancos y el Control de Tono, pero sí que podemos descubrir qué colores o combinación de colores resultan más expresivos e interesantes para nuestras imágenes:
– La primera regla del color podría ser “no abusar de él”. Por muy intenso y atractivo que sea un color, será difícil que una imagen tenga personalidad si se basa en un único color, sin contrastes ni contrapuntos.
– Lo contrario sí que funciona: si tenemos una escena de un color dominante y colocamos un detalle de un color que contraste con él, esta última zona gana un gran protagonismo, aun siendo proporcionalmente pequeña dentro de la escena. Este recurso es típico de la fotografía angular.
– Bajo el mar, tenemos a nuestra disposición dos colores que podemos utilizar intensivamente para producir el fondo que mejor enmarque el color de nuestro sujeto principal: se trata del azul (O verde, según la calidad del agua) y el negro, que a efectos prácticos solo son el resultado de dar una determinada exposición a la masa de agua que hay tras nuestro motivo. El azul o verde son el resultado de exponer adecuadamente dicha masa de agua con la luz del sol, mientras que el negro es efecto de una fuerte subexposición (O de la ausencia de luz solar, claro). Modas a parte, que las hay, tan válidos e interesantes son uno como otro color de fondo.
– Los colores cálidos –rojos, amarillos, naranjas, etc.– prestan una sensación de vida y calor a una imagen, mientras que los tonos fríos –azules, verdes, etc.– evocan tranquilidad. El contraste entre unos y otros en la escena suele funcionar muy bien, siendo mucho más frecuente encontrar bajo el mar situaciones de sujeto cálido sobre fondo frío, que no al contrario.
Las normas son, como siempre, un punto de inicio. No dejes de experimentar por ti mismo las posibilidades expresivas que el color te ofrece. Un laboratorio fantástico lo constituye la fotografía de aproximación de animales marinos: la variedad y pureza de tonalidades que encontramos en este campo es inigualable y es una buena escuela para llegar a conocer el uso del color. Otra recomendación, no desprecies las escenas de colores suaves: son escasas y quizás difíciles de interpretar, pero cuando una fotografía de tonos delicados funciona, puede hacer sombra a sus más estridentes y coloristas compañeras.
Cambiando colores
¿Podemos cambiar los colores en nuestras imágenes? Sí, dentro de unos límites, podemos hacerlo. Por un lado, está claro que podemos hacer cambios en cualquier archivo de imagen con un editor como Photoshop: basta con experimentar un poco con la herramienta “Cambiar Color” para ver que podemos volver un fondo azul en un fondo de color rojo tomate en unos segundos. De modo similar, podemos hacer este tipo de cambios en un interpretador RAW modificando los parámetros “Tono”, “Saturación” y “Balance de Blancos”, incluso hacerlo de manera selectiva (Modificando solo algunos colores) en los programas más completos. En la propia cámara también podemos alterar los colores en cierta medida cambiando los mismos parámetros en la configuración de imagen, aunque tengamos en cuenta que estos cambios tendrán efecto en todos los colores de la imagen: si variamos el tono, lo cambiamos en todos los colores y no hay posibilidad de alterar solo uno de nuestra elección. Puede que hayas oído cosas del tipo “cambiando el tono se consigue un azul más bonito”, pero eso es solo la mitad de la historia: si cambias parámetros como el tono, la saturación o el balance de blancos, no solo cambias “el azul”, si no que cambias todos los colores de la escena. Otra cosa es que el resultado de dicho cambio global te pueda gustar, pero es mejor tener claro el concepto de lo que estás cambiando. A este respecto, hay que tener también presente que el cambio de cualquiera de estos parámetros produce cambios en las imágenes procesadas por la cámara (que dan como resultado ficheros JPG o TIFF), pero nunca en el fichero nativo RAW para las cámaras que tienen la opción de guardar la imagen en este último formato.