24. Exposición avanzada

Cuando editamos una fotografía, hay multitud de parámetros que podemos modificar para obtener un mejor resultado estético sin por ello perder calidad de imagen: saturación, contraste, temperatura de color, tono, máscara de enfoque, control de aberración cromática… incluso podemos eliminar manchas del sensor o partículas que “ensucian” nuestra toma. Sin embargo, las modificaciones en la exposición son más limitadas y conducen con cierta facilidad a un deterioro en la calidad de la imagen.

Vale la pena afinar

La edición no es la solución universal contra los errores del fotógrafo. Si no enfocaste la cara de ese pez en la toma, no esperes arreglarlo en el editor o en el interpretador RAW: jamás le devolverás la nitidez perdida desde el sillón (NO, lo que conocemos como “máscara de enfoque” no sirve para eso). Con la exposición, aunque no de un modo tan radical, pasa algo parecido; podemos hacer cambios al editar que conducirán a una mejora estética, pero cuanto más intensos sean esos cambios en la exposición, más afectaremos a la calidad de la imagen, sobre todo por la generación de ruido digital. Puede que no sea un defecto evidente si observamos la imagen a pequeño tamaño, pero lo será cuando necesitemos reproducirla a un tamaño mayor.

Así que, tanto a la hora de exponer, como de enfocar, es especialmente importante que afinemos todo lo posible. Sobre el enfoque, ya vimos en el artículo nº 6 del curso toda una serie de consejos encaminados a conseguir imágenes correctamente enfocadas (mira también los que añadíamos en la entrega nº 20 al hablar de súper macro, donde el enfoque es crítico). En el caso de la exposición, tratamos sus fundamentos en las entregas nº 3 y nº 5, dedicadas a la exposición con luz solar y con luz de flash respectivamente, pero es conveniente que ahora nos ocupemos con más profundidad de la exposición y de cómo conseguir en la práctica una exposición perfecta que nos permita sacar el máximo partido posible a nuestras imágenes durante la edición.

Este podría ser el histograma promediado RGB de una imagen de una escena cuyo contraste coincide con el rango dinámico de 8 VE de nuestra cámara, representados por barras verticales. Como vemos, el histograma recoge la información tonal existente, desde el negro (0) a la izquierda, hasta el blanco (4.095) a la derecha, luego disponemos de 4.096 tonos diferentes.

Ahora veamos que le pasaría al histograma si subexponemos un punto respecto a la toma de la imagen anterior. El histograma se desplaza hacia la izquierda y ahora queda un “hueco” sin información tonal a la derecha: dado que al sensor le ha llegado la mitad de luz al cerrar 1 diafragma, hemos perdido la mitad de los tonos que tenía la imagen anterior y solo nos quedan 2.048 tonos disponibles para la edición.

Exposición y sensores digitales

Para poder entender porqué debemos exponer de una determinada forma, es conveniente que primero comprendamos cómo responde el sensor de la cámara a la luz: ante el estímulo de la luz que le llega, un sensor responde de manera lineal, generando una respuesta eléctrica proporcional al número de fotones recibidos. Nuestro sistema de visión, por poner un ejemplo, no funciona así y su respuesta al incremento de luminosidad no es lineal: si nuestro ojo recibe 100 veces más luz, no lo percibimos como 100 veces “más claro”, sino mucho menos. Este mecanismo nos permite tener un espectro muy amplio de situaciones luminosas que nuestra vista puede captar, al menos comparado con una cámara digital. Si habláramos en lenguaje fotográfico, diríamos que nuestra vista tiene un “amplio rango dinámico”. Esto es fácil de comprobar en la práctica: busca una escena iluminada por un sol intenso, pero que tenga zonas completamente en sombra que no reciben su luz: probablemente tu vista no tendrá ninguna dificultad para distinguir los objetos que se encuentren a la sombra y al mismo tiempo los que se encuentren al sol. Ahora intenta captar la escena con tu cámara: da igual la exposición que elijas, nunca obtendrás una fotografía en la que veas el detalle de lo que hay en las sombras y en las luces. O ves una cosa, o ves la otra, pero no las dos al mismo tiempo. Esto sucede porque la cámara tiene un rango dinámico (el rango de luminosidades que puede captar entre el negro y el blanco) muy inferior a nuestra vista, mientras que la escena descrita tiene un contraste que excede ese rango dinámico. Es decir, que la escena tiene una diferencia de luminosidad de, por ejemplo, 16 valores de exposición (diafragmas para los amigos) entre la zona más oscura en la sombra y las más clara al sol, mientras la cámara solo tiene un rango dinámico de 10 VE (vuelve a ser un ejemplo: hay cámaras que tienen más y otras que tienen menos) y por tanto es incapaz de reproducir toda la amplitud de tonos de la escena.

Pero volvamos a la respuesta del sensor: supongamos que una hipotética “unidad luminosa” que incide sobre él produce el tono número 1 de los que es capaz de captar. Entonces 100 unidades luminosas producirán el tono número 100 y así sucesivamente hasta alcanzar el límite de lo que puede reproducir. Un sensor actual capta al menos 12 bits de información por cada canal de color RGB, lo cual significa que “distingue” 4.096 tonos diferentes (212), siendo el tono 0 el negro y el tono 4.095 el blanco. Ahora supongamos que nuestro sensor tiene un rango dinámico de 8 VE: intuitivamente, tendemos a pensar que cada uno de estos VE contendrá 512 tonos (4.096/8), pero no es así porque cada vez que  cerramos un diafragma (o subimos un punto la velocidad) hacemos que llegue la mitad de luz al sensor. Como la respuesta del sensor es lineal a la luz recibida, perder un VE equivale a perder la mitad de tonos disponibles.

Como podemos ver en sus respectivos histogramas, la imagen de la izquierda tiene una exposición correcta para editar (Aunque visualmente puede resultar un poco “blanqueada”), mientras que la situada a la derecha esta subexpuesta en casi 2 puntos.

Ahora hemos editado las dos imágenes, modificando los niveles para que tengan una apariencia visual agradable. Podemos comprobar que los histogramas de ambas pasan a ser bastante similares.

Es al observar un detalle de las imágenes anteriores ampliadas al 100%, cuando se hace patente que al subir los niveles en la que estaba inicialmente subexpuesta se ha generado ruido digital que no aparece en la imagen correctamente expuesta. Ambas fotografías se editaron desde ficheros RAW de 12 bits, así que la diferencia hubiera sido más notable de haberlo hecho partiendo de JPGs.

¿Qué pasa si NO tenemos intención de editar la imagen después de la toma? No es lo que yo te recomendaría, puesto que en la mayor parte de los casos la edición nos permite extraer todas las posibilidades a nuestro archivo de imagen, haciendo que el resultado final se parezca más al ideal que tengamos en la cabeza. Pero puede pasar que te dé “pereza” perder el tiempo aprendiendo a usar un programa de edición o interpretación RAW, o que no tengas permitido editar, como suele suceder en las competiciones de fotosub. Bien, en estos casos nada de lo que he dicho es válido, puesto que si no realizamos edición, carece de importancia que nuestro archivo de imagen tenga más o menos tonos y lo único importante es que sea visualmente adecuado tal y como sale de la cámara. Si expones para no editar, entonces preocúpate de que la luminosidad de la foto sea agradable a la vista, además de que el contraste, balance de blancos, saturación y nitidez sean los adecuados, puesto que no podrás hacer cambios en ellos.

Salvando el caso de los concursos, la mayor parte de los fotógrafos que reniegan de la edición lo hacen porque no quieren complicarse aprendiendo a hacerlo, pero puedo asegurarles que se pierden una parte importante de las posibilidades de la fotografía digital. Además, los que no editan suelen grabar sus imágenes como JPG, perdiendo así buena parte de las posibilidades de editarlas correctamente si deciden hacerlo en el futuro: los ficheros JPG solo tienen 8 bits, así que su información tonal es de solo 256 (28) tonos por cada canal. La visión humana no es capaz de distinguir, ni de cerca, 256 tonos de un color, así que la misma fotografía en 8 bits y en 16 bits es idéntica ante nuestros ojos. La diferencia está en las posibilidades de edición, ya que ahí si que tendremos más posibilidades partiendo de 4096 tonos, que no de tan solo 256. Un argumento definitivo para utilizar el formato RAW en nuestra cámara, incluso aunque actualmente no tengamos intención de editar… no te vayan a entrar ganas en el futuro.

Si la foto que estás sacando es para presentar a un concurso en el que no se permite edición, olvídate de todo lo que hemos dicho. En ese caso lo importante es conseguir un JPG que sea agradable a la vista, ya que no vamos a modificarlo posteriormente.

Usando el histograma

Por tanto, el histograma de nuestra cámara es la herramienta definitiva a la hora de comprobar si la exposición que hemos dado a una toma ha sido la mejor posible. No es difícil de utilizar, una vez que entendemos su funcionamiento, así que es una buena costumbre consultarlo regularmente para asegurarnos de que estamos exponiendo correctamente y poder cambiar la exposición en caso de que no lo estemos haciendo. Aquí tienes unos consejos de uso:

  • Configura tu cámara para que sea fácil y rápido acceder al histograma. Depende del modelo de cámara, pero cuantos menos controles tengas que actuar para llegar a él, mejor. Creo que lo más práctico es llevar por defecto activado el aviso de luces sobreexpuestas (mira el recuadro que dedicamos a él) y después activar o desactivar el histograma cuando necesitemos consultarlo.
  • Yo consulto siempre el histograma al realizar las primeras tomas de una escena estática, y lo sigo haciendo tras cada cambio de parámetros y nuevo disparo hasta que consigo la que considero mejor exposición posible. No actúo igual si me enfrento a una escena dinámica: si estoy intentando fotografiar a un lobo de mar que cambia constantemente de posición, no me sirve de mucho analizar en profundidad si le he dado la mejor exposición posible a la toma anterior, ya que la siguiente será distinta. Sin embargo, dar un rápido vistazo al histograma y al aviso de luces sobreexpuestas de vez en cuando no me llevará apenas tiempo y me permite asegurarme de que no estoy equivocándome gravemente: por ejemplo, que no estoy quemando con el flash al lobo, o que no estoy dejando gravemente subexpuestas las fotos.
  •  El histograma que muestra de manera separada cada canal RGB nos aporta más información que el histograma general, ya que este último promedia los tres canales y por tanto no nos alerta de una sobreexposición grave en uno de los canales si los otros dos tienen un nivel bajo. Esto es lo que puede suceder si uno de los colores domina la escena, por ejemplo, al fotografiar un primer plano de un rascacio rojo. En los histogramas separados por canal, sí que veríamos claramente que estamos quemando el canal rojo.

Ver el histograma de manera independiente para cada canal nos aporta más información y es interesante cuando uno de los colores domina claramente en la imagen.

¿Seguro que estoy sobreexponiendo?

No pienses que toda imagen cuyo histograma empiece a “trepar” por el límite de la derecha está sobreexpuesta. Hay casos en los que esto no sucede, al menos a efectos prácticos:

  • Aunque trabajes en RAW, piensa que la imagen y el histograma que ves en la pantalla LCD de la cámara NO muestra los datos del RAW, sino de una versión de 8 bits editada por la cámara partiendo del RAW y en base a los parámetros de imagen (saturación, contraste, Balance de Blancos, etc.) que has seleccionado previamente. En este proceso, el fichero pasa de 12 (o 14) bits a solo 8 bits, con lo cual pierde una buena cantidad de información tonal al tener que comprimir 4.096 (o 16.384) tonos en solo 256. Además los parámetros elegidos pueden no ser adecuados en cuanto a saturación o balance de blancos y esto puede provocar, en tomas con altas luces, que veamos como el histograma en nuestra cámara sube un poco por el límite derecho, llevándonos a pensar que hemos expuesto en exceso. Sin embargo, cuando vemos el histograma del fichero RAW en el interpretador, esto no sucede y no se evidencia sobreexposición. Es decir, que a veces tienes un pequeño margen “de error” en el histograma que ves en tu cámara que puede hacer que una toma con una leve sobreexposición aparente, luego resulte ser un RAW con una exposición adecuada.
  • Que haya píxeles en el blanco puro, no significa necesariamente una exposición excesiva. Es importante tener también en cuenta dónde están situados dichos píxeles ¿Qué sucede, por ejemplo, si el sol aparece en la imagen? Es normal que el núcleo del sol sea blanco, luego es inevitable que el histograma muestre píxeles agrupados en el límite derecho. Lo mismo puede pasar si retratamos un banco de sardinas: si cada sardina presenta un pequeño brillo en la cabeza por la luz de flash, no deberíamos considerarlo un defecto (incluso puede que le aporte atractivo a la imagen) y sin embargo el histograma volverá a mostrar la suma de todos los reflejos agrupados a la derecha. En estos casos, el aviso de luces sobreexpuestas es la herramienta definitiva para poder valorar si estos píxeles en el blanco son adecuados o no.
  • Cuando la sobreexposición se produce solo en uno de los canales RGB, es muy posible que los dos canales restantes puedan aportar a las zonas quemadas la suficiente textura para que este hecho pase desapercibido. Si puedes, repite la toma con menos exposición, pero no borres la aparentemente sobreexpuesta, ya que esta última puede resultar más adecuada para edición. Esta recuperación de textura de una zona sobreexpuesta solo es posible desde el RAW: si bajas niveles desde un JPG, solo conseguirás que un blanco puro se vuelva progresivamente gris, pero no que aparezca textura.

Esta imagen tiene sobreexpuesto el canal rojo y en menor medida el verde, así que hemos corregido en grado similar la exposición partiendo de los ficheros RAW y JPG de la imagen. Como vemos en el detalle de la cabeza, la imagen resultante del RAW (a la derecha) tiene más detalle que la editada desde el JPG.

El aviso de luces sobreexpuestas

Aunque el histograma es la herramienta que nos permite analizar en profundidad la exposición de una imagen, tenemos a nuestra disposición otra que lo complementa y además tiene la ventaja de ser muy intuitiva. El aviso de luces sobreexpuestas, como su nombre indica, nos avisa de la existencia de píxeles en la imagen que sobrepasaron el límite de lo que es capaz de captar la cámara en las luces, pero con la particularidad de que los representa directamente sobre la misma imagen mediante un color que parpadea, con lo cual podemos ver exactamente qué zonas estamos quemando y así determinar la importancia que dichas zonas tienen en la imagen. Podemos decir que el aviso es un “sistema de alarma” parpadeante y de fácil visualización que nos advierte de la posible existencia de una sobreexposición indeseada, que, como ya hemos visto, es el peor error que podemos cometer hablando de exposición. Además de eso, como la localización de las zonas sobreexpuestas es un dato que el histograma no puede facilitarnos, el aviso se convierte también en el complemento necesario para terminar de analizar con precisión todos los aspectos de una exposición perfecta.

Muchas cámaras tienen además un aviso de luces subexpuestas que nos señala aquellos píxeles que han sobrepasado el umbral negro en la imagen. Veo esta posibilidad poco interesante, ya que nuestra prioridad es exponer hacia las luces (lado derecho del histograma) para captar la máxima información tonal, siendo entonces secundario cómo quede la zona de sombras. Además, el tener sobre la imagen zonas de distintos colores parpadeando (por ejemplo, rojo para la sobreexposición y azul para la subexposición) vuelve confusa y más difícil de analizar la imagen, cuando el aviso es una herramienta que destaca por su sencillez y facilidad de interpretación.

El histograma de esta imagen tiene bastantes píxeles que sobrepasan el límite de las luces. Si solo nos fijamos en eso, parece indicar que la imagen está sobreexpuesta, pero al activar el aviso de luces sobreexpuestas (representado aquí en rojo para una mejor visualización, aunque la mayor parte de las cámaras usan el color negro), confirmamos que los píxeles “quemados” corresponden al sol y no son un error en la exposición.

Carlos Minguell

Posted by Carlos Minguell

Fotógrafo submarino profesional

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